Uno de los grandes regalos que nos dio Dios, es el de poder LLORAR.
Para mi es el mejor desahogo del cuerpo, de la mente y del espíritu.
Es poder mostrar tu vulnerabilidad ante cualquier situación.
Lo mas increíble es, que ante todas las emociones: alegría, enojo, tristeza y miedo lloramos, una de las mejores maneras de trabajarlas es llorando.
La ganancia que tenemos al llorar, es el RESURGIR con una fuerza inexplicable.
Llorar no es sinónimo de vergüenza, ni de debilidad, ni de falta de hombría.
Por lo que date el permiso de llorar.
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